1797 LA DESTRUCCION TOTAL
Con esta misma
erupción, el valle de Patate volvió a sufrir una nueva destrucción de su
riqueza; pues como el rio se contuviese por espacio de 24 horas, a causa de un
colosal dique formado por las escorias, piedras y ceniza que arrojaba el
Tungurahua, rompiendo al cabo las aguas la resistencia, se precipitaron sobre
las márgenes arrollando con todo.
Todos estos errores arruinaron
la riqueza provincial, destruyendo los pueblos en formación, devastando los
obrajes o borrando los cultivos.
Sin embargo,
pocas han sido más trágicamente calamitosas que catástrofe de la mañana del 4
de Febrero del año de 1797 de fatídico recuerdo no sólo para los pueblos de la
Provincia de Tungurahua, sino para toda la región interandina del Ecuador.
Una serie de
violentísimos temblores sacudió formidablemente la tierra, en toda la parte
comprendida entre Loja y Popayán. La topografía, en muchos lugares, varió por
completo: abriéndose quebradas profundas, cubriéndose los valles, y los montes
viniéndose al suelo como diluido de repente por una fuerza sobrenatural.
Riobamba, Ambato, Latacunga, Quito y todos los pueblos circunvecinos fueron
horrorosamente trastornados. Llamaradas enormes y piedras encendidas lanzaron
al mismo tiempo varios volcanes, entre ellos el de Tungurahua, el Altar, el
Quilotoa y el Igualata. De algunos sitios brotaron emanaciones deletéreas, que
asfixiaron a las personas y mataron a los animales. En otros lugares, fue tal
el resquebrajamiento de la tierra, que en sus hendiduras se perdieron, como
tragados por unas fauces gigantescas, huertos enteros, casas, árboles, hombres
y ganados….
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