domingo, 29 de marzo de 2015

TERTULIAS AMBATEÑAS PRIMERA PARTE FRANCISCO SUAREZ Y FRANKLIN BALLESTEROS


TERTULIAS AMBATEÑAS (Primera parte)

Por: Jorge y Hernán Ortiz Miranda

Damos inicio a un proyecto que busca recuperar la memoria de los ambateños, el Gobierno Autónomo Descentralizado Municipalidad de Ambato-GADMA, la Universidad Regional Autónoma de Los Andes-UNIANDES y como anfitrión el Diario La Hora, nos hemos propuesto semanalmente invitar a personalidades de nuestra ciudad, a que nos conversen sobre el Ambato de antaño, queremos que la ciudadanía, los jóvenes de las universidades y colegios, los niños de las escuelas, se ilustren y conozcan como fue el Ambato de mediados del siglo XX.

Francisco Suarez y Franklin Ballesteros excelentes artistas de la pintura nos cuentan  cómo era ese Ambato.

Francisco nos dice que Ambato, en ese tiempo  era una ciudad encantadora   casi sin  delincuentes, a los 7 años escucho por primera vez un crimen de un hombre que celoso le mato a su mujer  con el cuchillo de trabajo, luego no volví a enterarme de otro crimen  sino después de unos  diez o quince años, es decir Ambato era una ciudad tranquila, donde las personas nos conocíamos, a veces sin ser amigos sabíamos quiénes eran,  donde vivían, con quienes se llevaban, cuáles eran sus amigos,  estoy hablando de 1942  cuando empiezo a tener razón; nací en la Araujo y Lalama en una casita que acaban de botarle hace uno tres meses, esa calle era de tierra, ahí nos reuníamos los peloteros de nuestra edad, les hablo de los equipos de la Primero de Mayo, de la Industrial  Algodonera, a veces jugábamos con jorgas como el Juventus, el Archí Roma, el Sevillano, el Nacional entre otros, inclusive una pierna fuerte era motivo de peleas, pero enseguida seguíamos siendo amigos.

Franklin se refiere a que nació por donde ahora es la policía, hasta hace poco había la ferretería Atahualpa ahí tenía el taller mi papá, casi siempre pasaba en su mecánica, como regalo por pasar el kínder en la escuela, me regalo un overol con la pechera y los espacios para poner las herramientas, yo le ayudaba a reparar los carburadores, tenía 6 años y  cuando algún tornillo  no  podía aflojar le pedía que me ayude, arreglaba los carburadores y luego los limpiaba, les  armaba de nuevo, y eso para mí  era un juego permanente.

En el año 47 empecé a dibujar, mi mama me recortaba las cartulinas en las que me pasaba dibujando, colocaba una estera  bajo los carros, había un carro muy alto sus llantas eran rin 28, ahí dibujaba; al taller venían grandes automovilistas como Lucho Larrea, Alfonso Espinoza, Jimy Salazar,  a todos los corredores que venían hacer arreglar los carros, yo les dibujaba; recuerdo que en el año 47, salió Lucho Larrea aprobar su Ford modelo 40 con el número 78, ese número lo hice yo y quedo bonito, le fueron a ver probar el carro el Jefe de Tránsito, el Alcalde, el Presidente del Consejo Provincial y medio Ambato se reunió en la mecánica, con mi hermano Enrique  nos subimos detrás de los asientos  y  sentados en el tanque de gasolina que era de 65 galones nos escondimos ahí, la gente le  aplaudía, cuando salió pensábamos q íbamos a ir hasta Huachi, pero no,  fuimos a parar en Riobamba y Espinosa que estaba como copiloto entre risa y serio le molestaba  “oye loco dale, porque quitas el pie del acelerador”  y el Lucho Larrea aceleraba hasta llegar a 200 en su velocímetro,  llego a Riobamba y se fue hasta donde su rival  Jimy Salazar y el loco le grita “chagra, chagra ya vas a ver en la carrera”,  regresamos pero igual venía a toda velocidad,  ida y vuelta lo hizo en una hora a pesar del camino ser empedrado, cuando llegamos nos bajamos con el suco medio asustados pero eso no lo olvidare nunca, recuerdos de la mecánica y de los carros de carrera.

Francisco dice, lo primero que aprendimos cuando éramos pequeños es  a confeccionar las pelotas de trapo con los desperdicios de la Industria Algodonera, eso nos fue dando más identidad con el asunto deportivo, pero tuve la suerte de haber tenido a Aníbal Villacis un hombre extremadamente pobre como amigo, él vivía en la calle Lalama y Rocafuerte a dos cuadras de mi casa, permanentemente le veía dibujando, entraba a su pequeño taller que era de 2 x 2, luego fue mi profesor en el liceo Montalvo con Ítalo Peroglio, los dos llegaron a tener trascendencia  como pintores a nivel nacional, quizá ahí sentí el flujo de la parte artística,  porque Aníbal Villacis, fue un hombre que le encantaba  estar dibujando todo el tiempo, solicitaba a sus alumnos  cuatro pliegos de cartulina, nosotros felices con tal que nos dé un dibujo, dibujaba temas indígenas y de toreros, el empieza como pintor, decorando para navidad ollitas, cocinas, él era el encargado  de hacer florcitas y figuras decorativas en cada una y así se ganaba la vida, cuando yo estoy en el Liceo Montalvo en tercer grado el asoma  como  torero y un afiche inmenso aparece en el parque Montalvo, en el  hay una frase que dice: yo no solo pinto, también toreo, pero la verdad sea dicha, cuando llego a la plaza de toros a penas se paró en la plaza se enfermó y ahí se acabaron los toros, pero él ya nos dejó el gusanito del mundo artístico. Homero Soria también era profesor de Dibujo en el Liceo Montalvo, fueron entonces tres extraordinarios profesores los que tuve, pero quizá mi mejor maestro fue mi padre,  porque el debió haber sido un maestro dibujando, pero la dureza  de la vida,  le margino y tuvo que dedicarse al taller, pero yo no me avergüenzo de nada, porque veo que mi padre fue un hombre excepcional  en todo sentido de la palabra ético, moral y cívico, sus principios y valores nos inculco a sus hijos. Los Suarez éramos una familia con tradición, algunos antepasados estudiaron en Quito, mi padre tenía una letra extraordinaria, algo que nos enorgullece y que nos dejó como legado su libro de medidas que es excepcional, mi papa tuvo un taller de sastrería primero  en la Bolívar y Lalama en la casa de un señor Castillo, luego en la Mera y Bolívar, después  cerca de la Botica Ecuador en la Juan Benigno Vela.

Una travesura de Franklin se transformaron en las caricaturas de los profesores del Bolívar, siempre me sentí emocionado haciendo caricaturas, pero también tuve opositores, que decían que no eran rasgos notables de una persona;  me siento feliz trabajando con la caricatura, me olvido de todo,  recuerdo que estuve en quinto año del colegio y el Dr. Carlos Sevilla Cepeda nos daba clases de Ética y Lógica, eran fabulosas, su forma de hablar, de gesticular, de dirigirse a los alumnos, era fuera de lo común, aproveche el momento que nos daba la clase y le empecé a dibujar, como siempre al dibujar nunca veo al papel sino a la persona que está al frente; sin embargo, el Dr. Sevilla se había dado cuenta que le estoy dibujando, apenas le vi acercarse puse la cartulina debajo del pupitre y me quede quieto, me dice que estuviste dibujando enséñame, le entrego y me dice a la salida nos vamos al rectorado, ya no pude estar tranquilo, al final fuimos donde el Rector era el Dr. Alonso Castillo, pasamos por el patio y subimos a la oficina, salió el rector a recibirle y dice que hace Dr. Sevilla, como así esta grata visita, mientras yo dictaba la clase de ética y lógica, Franklin Ballesteros me estuvo haciendo una caricatura sin atender la clase, pero he venido a conversar con usted lo siguiente, le vamos a poner como penitencia para no castigarle, que de aquí  a 3 meses que es la fiesta del estudiante, Franklin realice una exposición de las caricaturas de los profesores del colegio, entonces lo que parecería castigo se transformaba en premio, yo me emocione y dije estoy feliz que me hagan ese encargo, el Dr. Castillo dice  y cuál es la caricatura que le estuvo haciendo, saca del maletín porque ahí lo había guardado y le enseño al Dr. Castillo que se reía y reía, dice muy bien Dr. Sevilla está muy bien, me dio la mano y el compromiso estaba hecho para la fiesta del estudiante, no todo fue color de rosa, algunos profesores aceptaron, otros lo hice de lejitos, pero termine las caricaturas y presente la exposición, la cual fue motivo de felicitación.

(La próxima semana continuamos con la historia.)

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